El pasado Sábado —12/OCT/2013— fue unos de esos días que no olvidaré tan fácilmente.
Como cada semana llevé a mis hijos a su clase de música al IBSEM junto con los niños y jóvenes de Casa Torre Fuerte de Tijuana, ya nos habían dicho que ese día se llevaría a cabo el primer «Ensamble» pues ya habían transcurrido los 3 meses de formación y aprendizaje —por decirlo de alguna manera— antes de empezar «A Darle a los instrumentos».
Fue así como después de 1 hora de Solfeo todos corrieron a por sus instrumentos y se empezaron a acomodar para escuchar las instrucciones de los profesores e iniciar de esa manera su primer Ensamble en el IBSEM.
Es increíble como estos niños y jóvenes demostraron garra por aprender ya que no les importó estar allí arriba siendo observados por los curiosos que estábamos frente a ellos. Fueron 3 alabanzas las que ensamblaron, claro, no las sacaron completas, creo que lo que el profesor pretendía era ver el avance de cada uno pero visualizándolos a todos en conjunto.
Escuchar la batería, el bajo, la guitarra acústica, el teclado, el sintetizador, el Saxofón y la trompeta —que se unieron unos minutos después— todo ellos correctamente afinados y en tiempo hizo que se me pusiera: «La piel de gallina»
Algo que me quedó bien grabado fue cuando el profesor les dijo:
«Tienen que estar atentos a los tiempos ya que ningún instrumento puede tapar a otro».
Y la verdad se escucha muy diferente cuando todo va acorde a los tiempos y no «Al ahí se va».
En una de las alabanzas repitieron el inicio como 10 veces por que la persona del teclado no entraba en tiempo o no marcaba el inicio a los demás, en otra cuantas veces fue el de la batería el que obligó a iniciar y por último la joven del sintetizador los hizo empezar desde cero unas 4 veces más —sin contar las que el bajo, el saxofón y la trompeta hicieron reiniciar el intento—.
Algo que vale la pena mencionar —y es dónde se ve el avance y crecimiento de cada uno— es que durante la marcha les iban dando indicaciones, notas y demás, y en en ese momento las apuntaban en sus cuadernos y ponían en práctica, después de unos 2 o 3 intentos ya estaban listos para continuar.
Imagino que más de alguno quiso salir corriendo cuando el profesor les decía: «No, no, no estás mal», sin embargo tomaron las cosas con profesionalismo y al terminar salieron entre gritos, felicitaciones y sonrisas.